Armando Robles Godoy, cineasta peruano, nunca imaginó que el 10 de Agosto, él se convertiría en el protagonista de una fatídica historia. El lamentable accidente no sólo ha dejado al Perú sin uno de los más grandes directores de cine nacional, sino que ha terminado con la vida de una gran persona.
El trabajo propiamente cinematográfico de Robles Godoy lo integran seis largometrajes, y más de una veintena de cortos. Fue a mediados de los años ’60 con “Ganarás el pan”, que la obra más conocida del controvertido director se inicia, para paulatinamente abrir una franja poco explorada hasta ese momento en la cinematografía peruana.
Con las películas de Robles Godoy se abre el primer intento claro de un cine que bien puede ser considerado como de vanguardia, con respecto a los grandes movimientos nacionales que se sucedían en diversas partes del mundo en ese entonces. Muchos años después, se puede ver con algo más claridad lo que rodeó a esas obras, de carácter enigmático y barroco. A veces afortunadas, otras no.
Damos un sucinto repaso por ellas, con excepción de su ópera prima, difícil de encontrar actualmente:
En la selva no hay estrellas (1967): es la película más cercana a la estructura clásica que llegó a realizar el cineasta. Pero dentro de esa historia sobre el recorrido tanto mental como físico que realiza un hombre y su botín deseado por un rincón perdido de la selva peruana, ya se deja ver el interés de Robles por dar cuenta de su particular percepción de la realidad de su país. Más que ser una curiosidad, se trata de una prometedora película.
La muralla verde (1970): es una de las películas más interesantes que se han hecho en Perú. Al igual que la anterior, el paisaje amazónico se constituye en el escenario central, aunque no el único. A partir de sus remembranzas de la época en que se mudó con su familia en calidad de colono, Robles Godoy se crea una película sembrada de sugerencias visuales y sonoras, trabaja los tiempos muertos tan caros al cine moderno, y se luce en algunas resoluciones fílmicas sorprendentes, especialmente las de la parte culminante. Pero en el pasivo, se deja ver esa tendencia por buscar el efecto poetizante, que iría deviniendo en artificio y redundancias en la medida que su cine se fue volviendo más hermético.
Espejismo (1972): es la película más lograda del director en términos técnicos. Hecha, como el mismo lo dijo alguna vez, a todo lujo. Transcurre en un pueblo iqueño del que solo quedan algunos vestigios de lo que fue una gran plantación de uvas propiedad de una familia de terratenientes, cuya realidad e historia es descubierta poco a poco por un pequeño abandonado entre ruinas (aunque el tema de la reforma agraria nunca es tocado como tal). A partir de ello, Robles asienta sus procedimientos preferidos: elipsis temporales, flashbacks, imaginería impactante, ecos de Resnais, Sjoberg, entre otros.
Sonata soledad (1987): en este filme, Robles radicaliza mucho más sus procedimientos e intereses expresivos, aunque casi siempre rozando la extravagancia y la nulidad. “Sonata soledad” muestra a Robles Godoy dando incierta cuenta de los fantasmas de su vida y trayectoria, tanto en la niñez, como en sus relaciones afectivas, o en sus trances con el cine. Lo más rescatable debe ser Tempo, la primera de sus “suites”. En ella el mismo director aparece para encarar entre malcriado y resignado, su educación religiosa, de la cual obviamente reniega.
Imposible amor (2003): El último “opus” del veterano cineasta, fue terminado en el 2000, pero su estreno se postergó tres años. Y valgan verdades, para ser una película que se pretende testamentaria, es realmente infame. Tal vez este mal decirlo en un espacio que en líneas generales intenta ser un homenaje. Sin embargo, no se puede evitar hablar de este trabajo como un naufragio total, el verdadero laberinto sin salida al que se estuvo aproximando en su cinta previa.
Pero como casi todo en la obra de Robles Godoy, si algo pervive es el carácter controvertido, imprevisible, ese que de alguna forma generó una escuela, una que todavía está por descubrirse en todas sus facetas.

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