NO TE HAGAS EL LOCO


A finales de los años 80, el periodista del diario peruano “El Comercio”, Eloy Jáuregui, se escandalizó luego de escuchar por parte de un colega que: “los locos se mueren el hospital más grande del Perú para tratamientos mentales”. A raíz de esto, Jáuregui decidió tomar cartas en el asunto y ser el protagonista de una historia que jamás olvidará.


Fue al Ministerio de Salud, para iniciar su aventura.

- Quiero hacer un reportaje.

- Jajaja. Ahí solo ingresan médicos, no periodistas –respondió en tono de burla el ministro.

- Pero se están muriendo los locos -replicó el periodista.

- A mí que chu, un loco menos es un niño mejor alimentado en el Perú.


Sin perder las esperanzas, Jáuregui regresó a su casa. En la tranquilidad de su hogar buscó un nuevo plan para conocer la verdadera historia detrás de las paredes del Hospital Larco Herrera. Luego de pensar por varias horas qué hacer, le comento entusiasmado a su esposa:

- Con este tema me gano un premio-. Prepárame mi peor ropa.

- Esa es la que tienes –contestó su mujer.


El periodista estaba decidido a conseguir la historia. Decidió hacerse pasar por loco e ingresar al mencionado manicomio, ubicado en el distrito de Magdalena. Llegó al medio día y empezó a recorrer los pasillos, el lugar era enfermizo y despertaba en él una especie de melancolía. Después de avanzar varios metros, un enfermero lo interceptó:

- ¿Por qué está usted acá?- le preguntó

- Porque quiero matar a mi Padre.

- ¿Y por qué desea hacer eso?

- Porque es Aprista.


Inmediatamente recibió un ticket, pagó la suma de 5 nuevos soles y fue enviado al pabellón 7, más conocido como el pabellón de los malditos. Ya aclimatado a su nueva casa comenzaron las típicas interrogaciones por parte de sus compañeros. Una persona de edad media fue el primero en preguntarle.

- ¿Dónde te duele?

- En el estómago y de ahí me sube a la cabeza –contestó.

- Nunca saldrás de aquí –gritó el enfermo.

- ¿Por qué? –replicó.

48 después, el periodista ya no aguantaba más esa situación, necesitaba salir de allí.

- ¡Ya me quiero ir a mi casa! –exclamó.
- De aquí no vas a salir –contestó el enfermero.

- Es que yo no estoy loco, soy periodista. He venido a hacer un reportaje para mis alumnos de la Universidad de Lima.

- Todos los que están internados son periodistas. 


6 días más tarde,  y luego de tomado una botella entera de cañazo y fumar  “Pai”, decidió escaparse por la pared. Con ayuda de los demás internos, logró saltar el muro de concreto. Mientras avanzaba hacia la libertad, se escuchaba los gritos de los enfermos:

- Sálvanos sálvanos Eloy, que Eloy es el hoy.

20 después de estar en la calle, el periodista se acercó a la avenida “El ejército” en búsqueda del “moradito”. Subió y se dio cuenta de que no tenía ni un sol, ni diez céntimos. Lo primero que le increpó el cobrador fue:

- Ya pe huevón, paga, paga, no te hagas el loco.

- Porque los únicos que salen son los que les duele la cabeza y después el estómago.

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