¿FICCIÓN O REALIDAD?


Hace unos cuantos meses, si un polaco escuchaba el nombre de Ryszard Kapuscinski, no hubiese tenido idea de quién se trataba. Pero ahora, gracias a la publicación del libro “Kapuscinski Non Fiction”, es complicado dar con gente en la capital de dicho país que no sepa quién fue. La publicación bibliográfica ha sido todo un éxito, convirtiéndose en un récord. A pesar de ello, muchos no ven con buenos ojos su activa militancia en la Polonia Popular dejando de lado si nos contó toda la verdad en sus libros y reportajes. Además, el tercer punto de discordia lo ha puesto Alicja, pediatra y viuda del periodista, quien no parece nada contenta con que se haya aireado el pasado mujeriego de su esposo. De hecho ya prepara una tercera demanda (perdió las dos anteriores)

Aparte de datos estrictamente bibliográficos, “Kapuscinski non fiction” desvela cómo se vivía en su país en los años de la Polonia Popular donde todo pertenecía al Estado y cómo un grupo de sindicalistas, apoyados por el papa Juan Pablo II, fueron capaces de tumbar al régimen. Para explicar lo ocurrido en esos años los polacos suelen contar en tono irónico que dentro del campo de concentración que fue el comunismo, ellos ocupaban el barracón más divertido porque dentro de su país existía cierta libertad de expresión cultural. Sin ella no hubieran sido posibles personajes como Szymborska, Wajda, Kieslowski y el propio Kapuscinski.

Biógrafo y autor se conocieron en la redacción de Gazeta Wyborcza, donde trabajaban ambos. Un artículo sobre Colombia llamó la atención del maestro y pidió conocerle. Aquella conversación se alargó nueve años durante los que se hicieron inseparables. "Compartíamos una manera de ver las cosas, nunca pensé mientras vivía que acabaría escribiendo sobre su vida".

Educado en la cultura bolchevique, Kapuscinski no estaba acostumbrado a la crítica: "¡Pero qué desgraciado! ¿Cómo se puede escribir eso?", argumentaba ante las acusaciones, aunque jamás contestó a ninguna opinión contraria a su trabajo. Claro que en Polonia casi todos le adoraban y solo al final de su vida surgieron las primeras voces discordantes. En el ambiente político de revanchismo que se vivió en la década de los noventa, donde cualquier cargo público era investigado para descubrir su pasado comunista por el recién creado Instituto de Memoria Nacional donde se guardaban los documentos de la policía secreta, Kapuscinski vivió con verdadero enojo que se revisara su pasado. "¿Qué tipo de verdad es esa?", protesta su biógrafo. "Polonia era una dictadura y la mayor parte de la gente participaba en el sistema, pero él nunca ocultó sus ideas ni cuando estaba a favor ni cuando se puso en contra".

Sobre su colaboración con el espionaje de su país, Kapuscinski en ocasiones pasaba, por el mismo procedimiento por el que enviaba las crónicas, informes sobre países como Kenia, Chile, Etiopía o Angola que leían un círculo limitado y la cúpula del partido. Al pasarlos, simplemente advertía de que no eran para publicarse y, al menos un par de veces, esos textos se publicaron por error ocasionándole no pocos problemas.

“Kapuscinski non fiction” es un trabajo exhaustivo de tres años, elaborado sin ánimo inquisitivo, desde el cariño y el respeto, a base de entrevistas y testimonios de más de un centenar de personajes. El reportero de Gazeta Wyborcza añade que "desde el principio quiso ser un gran escritor y experimentó con las formas hasta acabar por cruzar la frontera que separa el periodismo de la ficción, aunque poseía el talento de capturar el espíritu del lugar". El problema es dónde colocar a Kapuscinski en las estanterías: ¿literatura o periodismo?

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